Certamen le dio lustre a la obra local
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FOTO: ALFREDO PIEDRAHÍTA/ El Telégrafo
Picnic (2010), de Juan Caguana (premio Manuel Rendón Seminario, Ministerio de Cultura). Primer premio.
Museo LUIS A. NOBOA NARANJO.Guayaquil. P. Icaza y Córdova, edificio Seguros Cóndor, piso 1. Martes a domingo, 10:00 a 18:00. Entrada libre.
Denominada El milagro de Montecristi, se trata de un acrílico sobre tela mixta de 120 x 130 cm, pintado por Arístides Ureña Ramos.
Son sesenta y cinco pinturas en dos pisos del museo Luis A. Noboa Naranjo las que ofrecen al espectador, más que una vitrina al arte de los veinticinco países representados, un gran escenario para que el arte hecho en Ecuador haga su venia y reciba los aplausos. Ello debido a que treinta y cinco obras de la muestra de la II Bienal Internacional de Pintura de Guayaquil Álvaro Noboa Pontón son producidas por artistas del país o residentes en él, como es el caso de Saidel Brito, cuya obra ganó el segundo premio del certamen. Recorrer el recién ampliado local de exhibición se vuelve abrumador y aunque la obra extranjera está ahí, proveniente de lugares tan lejanos como Turquía, Rusia y Albania, es inevitable detenerse a mirar los trabajos de los artistas de siempre. Es decir, aquellos jóvenes que en los últimos 4 años han copado el palmarés de los importantes certámenes de pintura locales, generalmente estudiantes del Instituto Superior Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE), como Javier y Pedro Gavilanes, Jimmy Lara y el ganador de los más recientes Salones de Julio y Octubre, Lenin Mera.Aunque es visible la calidad en piezas como The rest is a faint echo, de la estadounidense Kate Vrijmoet -premiada con el tercer lugar por la obra Shotgun accident-; Creation, del israelí Igal Fedida; Movimiento sísmico sudamericano, del uruguayo Juan Conte -mención de honor por Escenografía violenta de la costumbre uruguaya-; y Escena de la calle, del chileno Francisco Burgos, no logra competir con el hipnotismo que producen trabajos como Habilidades pictóricas en hora pico, de Pedro Gavilanes; 9 segundos, de Jimmy Lara; Huevito criollo levitador, de Wilson Pacha; y el segundo premio, Capitulares, del cubano Saidel Brito.Entre los nombres más conocidos que han podido colarse en una selección que desborda en nombres de jóvenes artistas, están Félix Aráuz, con Dos mujeres lavándose los pies en un jardín; y la rusa Ala Kondratova, con Vientos del olvido; además del español José Manuel Ciria, con Coleccionista de ojos II. Aunque pareciese ser suficiente mérito para Ecuador que el primer lugar sea del estudiante del ITAE Juan Caguana, por Picnic, un artista panameño radicado en Italia propuso una obra sobre la historia del sombrero de paja toquilla de Montecristi. Denominada El milagro de Montecristi, se trata de un acrílico sobre tela mixta de 120 x 130 cm, pintado por Arístides Ureña Ramos. En la selección oficial destacan técnicas como la abstracción, el fotorrealismo, y en soportes, los óleos sobre lienzos, además de una fuerte presencia (once obras) de naciones europeas como Italia y Polonia, frente a Sudamérica (8) y Centroamérica y las Antillas (4). La presencia de Latinoamérica, artistas tradicionales de Ecuador y otros países europeos se fortalece en la selección de cien obras participantes de la bienal, no admitidas por el jurado, que se expone en el lobby y mezzanine del museo.Allí hay paisajes, estudios de color, obras mixtas y otro cuadro de Ureña sobre el “Panama hat”. (Walter Franco)
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